Llegan las primeras armaduras robóticas

Llevamos ya varios año del siglo XXI, ese siglo en el que las películas nos metieron en la cabeza que conviviríamos con cyborgs, que los coches serían voladores y otros grandes avances tecnológicos que por ahora van a paso muy lento. Pero afortunadamente, esta semana saltó la noticia de que un grupo japonés comenzaba a fabricar las primeras armaduras robóticas del mercado por lo que poco a poco el siglo XXI comienza a ser lo que debería ser.
La armadura se llamará PowerLoader Ligth y será una especie de exoesqueleto con movimiento asistido que multiplicará la fuerza de la persona permitiéndola trabajar con objetos pesados de una forma fácil y segura. Principalmente está pensada para la industria o en para ayudar en catástrofes naturales pero no se descarta su uso para otras funciones. Os dejamos un vídeo demostrativo que se ha difundido.
Este traje tan singular funcionará gracias a un motor alimentado por una batería de Litio, su autonomía será de unas 2 o 3 horas según los investigadores pero poco a poco se irá ampliando. Constará de unas empuñaduras manuales dentro de los brazos para poder agarrar objetos manejados, mientras que el movimiento se activará con las propias piernas.
Se estima que la empresa Activelink, subsidiaria de Panasonic, producirá unas 1.000 unidades al año y seguramente estén disponibles a partir de 2015. Su precio rondará los 500.000 yenes (3.500 euros aprox.). Los primeros modelos permitirán desplazarse a unos 8 km/h y contará con una asistencia de carga de 10 kg. pero se prevee que los modelos futuros alcancen los 30 kg. de asistencia.
Muchas empresas y centros de investigación llevan años desarrollando armaduras robóticas de movimiento asistido, pero hasta ahora nadie había apostado por producirlas en serie para su uso cotidiano ya que sus costes eran muy elevados y no era rentable. Esta iniciativa abre la puerta a un mundo de posibilidades que puede derivar en muchas mejoras tecnológicas. Quién sabe si ese futuro tan irreal está más cerca de lo que pensamos.
Vía | El Mundo